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Las pulgas en perros: Prevención y tratamiento

Las pulgas en perros: Prevención y tratamiento

Las pulgas son parásitos que viven en la superficie de nuestros animales de compañía, por lo que se conocen como parásitos externos. Su presencia en tu mascota puede evidenciarse por picor e irritación, transmisión de enfermedades, disminución de apetito… O incluso por la directa visualización del parásito deambulando o saltando sobre el cuerpo de tu mejor amigo perruno o de sus heces que son como pequeños puntitos marrones, que se visualizan bien en el caso de que el manto de tu peludo sea claro.

Las pulgas se encuentran dentro del grupo de los insectos, y por ello poseen tres partes corporales: cabeza, tórax y abdomen. Suelen disponer de un par de antenas sobre su cabeza y tres pares de patas que salen del tórax.

Ctenocephalides felis y Ctenocephalides canis son las pulgas que suelen afectar a perros y gatos. Sus cuerpos son achatados lateralmente y sus poderosas patas les permiten saltar grandes distancias.

Las pulgas en perros: Prevención

Para la prevención de las infestaciones de pulgas es indispensable el tratamiento del animal y de su entorno. Si solo te preocupas de evitar el desembarco de parásitos sobre la piel del perro estarás dejando de lado una importante vía de re-infestación: los huevos de pulga que quedan diseminados por nuestro hogar. ¿Sabías que cada pulga puede depositar hasta 50 huevos al día? estos huevos, invisibles al ojo humano, se localizarán en el entorno del animal, donde descansa, o donde comparte sus juegos junto con su familia humana.
Una sola pulga puede deponer hasta 5000 huevos en su vida. El ciclo de las pulgas dura aproximadamente 3 meses y por ello los tratamientos preventivos de última generación como los comprimidos trimestrales deben aplicarse de forma regular durante todo el año y no solo en épocas de máxima incidencia. También hay otros tratamientos como los collares o las pipetas.

Para esta importante acción de prevención sanitaria deberemos contar siempre con el asesoramiento de un profesional que valore de forma particular los requerimientos de tu mejor amigo según su estilo de vida y sus características físicas individuales.

Las pulgas en perros: Enfermedades

Si todos los que comparten el día a día con un animal de compañía conocieran la larga lista de enfermedades que se consiguen evitar con una correcta pauta preventiva antiparasitaria, nadie tendría la más mínima duda en invertir unos pocos euros en la salud de su mejor amigo.

El vampírico hábito alimentario de las pulgas acarrea importantes problemas sanitarios a gran número de personas y animales que habitan en nuestro planeta. La ingestión de sangre no solo provoca un daño depletivo («robo» de sangre). En el acto de picar y succionar se abre la posibilidad a la transmisión de bacterias, protozoos, virus y lombrices que «residen» en el interior del parásito.

Sin entrar todavía en las enfermedades originadas por estos seres tan oportunistas, la propia picadura de la pulga provoca efectos variables según la sensibilidad individual del animal parasitado. Por ejemplo, la saliva del parásito puede originar irritación, sarpullido y la inevitable aparición de un grano de variable prominencia adornado de un inconfundible halo rojo en la zona de picadura.

Esto puede complementarse con un molesto picor  que conduce a tu mascota a provocarse lesiones por el continuo rascado, lamido o mordisqueo. Vamos a entrar a ver ahora alguna de las enfermedades más comunes que puede provocar:

Dipylidium caninum

Te explicamos cuál es el medio por el que tu mascota se puede infectar:

Un perro parasitado por este tipo de lombriz eliminará los huevos que esta pone en su diaria «expulsión» de heces. Los huevos de la lombriz llegan al suelo y pueden ser ingeridos por las larvas de pulga que comparten ese territorio. A partir de ese momento, los huevos de la lombriz se desarrollan dentro de las distintas fases de la pulga y permanecen en su interior hasta que el parásito se hace adulto.

¿Pero cómo entra la lombriz en el perro? ¿Por picadura?

En el caso del Dipylidium su entrada en el perro no se produce por la picadura de la pulga, la entrada en el hospedador se realiza por la ingestión directa de la pulga por parte del perro.  ¿Ingestión directa? Seguro que muy pocos se habrían planteado que el perro llega a ingerir una gran cantidad de pulgas en su frenético acto de mordisqueo ante el picor de la picadura. ¡Pues sí!

Una vez que la pulga, cargada de lombrices, entra en el aparato digestivo del perro se produce la liberación del Dipylidium y su desarrollo total en el intestino.

La prevención de infestaciones por pulgas es un acto mediante el cual podemos evitar acciones directas, que no suelen pasar de una “manejable” molestia, y patologías de mayor consideración.

Lo que te decimos siempre, #nolodejesalazar y acude a tu veterinario.